Con calificativos del estilo de «alucinante», «nauseabundo» o «ultrajante», el partido ultraortodoxo Shas, aliado del Gobierno de Ehud Olmert en Israel, condenaba ayer la decisión del abogado general del Estado, Menajem Mazuz, de autorizar a las parejas del mismo sexo a adoptar niños «de acuerdo con iguales criterios» a los que se aplican a las parejas heterosexuales.

En un país donde únicamente se reconoce de forma oficial el matrimonio religioso, aunque el homosexual está legalizado desde 2004 sólo a efectos de propiedad y herencia, el pronunciamiento de principal consejero jurídico del Ejecutivo desataba un verdadero terremoto entre los influyentes sectores del judaísmo más radical, que no han descartado promover una ley en el Parlamento para anular lo decidido por Mazuz.

Para quienes la Biblia, que tacha en el Levítico la homosexualidad de «abominación», ordena todos los aspectos de la vida familiar, cualquier práctica en contra supone una grave perversión. Son como una plaga «tóxica como la gripe aviar», responsables «de provocar la autodestrucción de la sociedad israelí y el pueblo judío», acusaba ayer en referencia a los homosexuales el diputado del Shas Nissim Ze'ev, conocido por alzarse cada año como el azote divino contra el desfile del orgullo gay.

Precedentes

Pero lejos de constituir una novedad, la declaración de Mazuz en la que el domingo por la tarde anunciaba que en adelante no se opondrá «para nada» a la adopción por parejas del mismo sexo de niños con los que no mantengan ningún vínculo biológico, suponía solamente una ampliación de dos decisiones ya adoptadas por la Corte Suprema de Justicia. La primera, en el año 2000, que aprobó la adopción por parte de Nicole Berner-Kadish de la hija de su pareja lesbiana Ruti. Y la segunda, en 2005, en la que Tal y Avital Yarus-Hakak, ambas también mujeres, adoptaron mutuamente cada una de ellas a los hijos de la otra.

En atención a este doble precedente, en el que siempre se tenía en cuenta la voluntad de una de las partes de la pareja de adoptar al hijo biológico de la otra, el fiscal general resolvía que tampoco habrá «problemas legales en permitir a parejas del mismo sexo, o a uno de sus miembros, adoptar a un niño no emparentado, que no sea hijo de alguno de los miembros de la pareja».