7gluttony_cover_t Marcelo Justo (BBC Mundo).- Quien diga que la Iglesia no actualiza su doctrina con los tiempos, no conoce a Monseñor Gianfranco Girotti, director del penitenciario apostólico, organismo que supervisa la confesión y las indulgencias plenarias de la iglesia.

Según el órgano oficial del Vaticano, "L'Osservatore Romano", Monseñor Girotti concluyó que la vieja lista de pecados elaborada por el Papa Gregorio Magno en el siglo VI y popularizada por Dante en La Divina Comedia, no bastaba para describir los tiempos modernos.

A partir de ahora tenemos pecados capitales en los tiempos de la globalización.

"Uno no ofende a Dios solo al robar, blasfemar, o desear la mujer del prójimo, sino también cuando uno daña el medio ambiente, participa en experimentos científicos dudosos y manipulación genética, acumula excesivas riquezas, consume o trafica drogas, y ocasiona pobreza, injusticia y desigualdad social", dijo Monseñor Girotti.

Ese infierno tan temido

La nueva lista de Monseñor nos facilita un poco las cosas porque en vez del tortuoso examen de conciencia de la confesión y la sinceridad del arrepentimiento que debían hacer nuestros antepasados, basta con consultar la revista Forbes para encontrar quienes van a poblar el infierno.

De acuerdo con el ranking de super millonarios publicado a principios de marzo por la revista, se puede anticipar que allí se dirigen el inversionista Warren Buffet, campeón indiscutido hoy en día en el rubro de las fortunas obscenas, el mexicano Carlos Slim, número dos, y ese tercerón de Bill Gates.

Con el pecado mortal de la contaminación ambiental habría que deslindar responsabilidades o directamente enviar al infierno a la mayoría de los estadounidenses, los grandes contaminadores del planeta, y también a los chinos, que si siguen así no se van a salvar de las llamas.

Con los científicos es más fácil: si se dedica a la manipulación genética, derecho al infierno.

Creo que los narcotraficantes nunca se hicieron ilusiones respecto a su destino, pero el caso de los drogadictos me parece más complejo: ¿sería justo que terminen en el infierno después de haberlo vivido en la tierra?

¿No deberían tener una conmutación de la pena?

En fin, la doctrina eclesiástica está hecha de vaivenes y puntos oscuros, como el sexo de los ángeles.

Ni siquiera el infierno es un lugar seguro.

En 1999 el entonces papa Juan Pablo segundo había aclarado que no era un lugar sino una situación: el alejamiento de Dios.

El año pasado, el actual papa Benedicto XVI dijo que el infierno existe.

Y, por lo que se ve, en estos tiempos de la globalización estará tan lleno que pronto tendrán que construirle una sucursal para albergar a sus nuevos reclusos.